El síndrome de la hamaca o no desconectar ni en vacaciones: "El cuerpo y la mente ven como una amenaza estar parado"

Una mujer trabaja en una hamaca.
Una mujer trabaja en una hamaca.
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Una mujer trabaja en una hamaca.

Ya lo decía el sociólogo Zygmunt Bauman cuando hablaba de su famosa teoría de la modernidad líquida, en la que ponía de manifiesto el constante cambio que sufren las personas actuales, siempre en búsqueda de una identidad. El polaco hacía uso de la metáfora para afirmar con rotundidad que lo líquido (en referencia a las personas, el mundo, las relaciones...) no se fija en el espacio ni se ata al tiempo, se desplaza con facilidad y no es posible detenerlo fácilmente. Algo que podría extrapolarse al mismo cerebro humano

El ritmo de vida frenético ligado al trabajo se ha convertido, para muchos, en un hándicap fuera de las paredes de la oficina. Los empleados de hoy, ligados al ambiente laboral a través de todo tipo de dispositivos móviles, pueden llegar a convertirse en seres ansiosos incapaces de desconectar de ninguna manera. Algo que ya ha sido bautizado con nombre propio: síndrome de la hamaca, o lo que es lo mismo, la incapacidad total de romper con lo que tiene que ver con el empleo y de adaptarse al calmo y sosegado ritmo de las vacaciones de verano

"El síndrome de la hamaca se genera cuando se pasa de un día a día en el que hay mucha tensión, con rutinas relativamente rígidas y con un ritmo de vida bastante rápido a no tener obligaciones y contar con tiempo libre", explica María Flores Pinel, psicóloga y coordinadora de la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción (ANPSA). "Llegamos a tener prisa hasta por estar de vacaciones, sin darle tiempo al cerebro para adaptarse. Además, el trabajo suele dar una sensación de propósito, de ser productivos... y en las vacaciones no sabemos cómo reproducir eso cuando, en realidad, se tiene que hacer lo contrario", agrega. 

Almudena Molinero, psicóloga coach especialista en ansiedad, va un poco más allá. Para ella, las personas que sufren este problema "tienen un nivel de autoexigencia muy alto y son perfeccionistas, están a todo, son controladores y se mantienen en un estado de estrés crónico que puede llevar a la ansiedad... están dando el 200% todo el día, lo que lleva al sistema nervioso autónomo a no saber diferenciar cuándo se está relajado". 

Culpabilidad y vergüenza

Este estado de alerta perpetuo lleva a la persona a un proceso de adaptación que requiere de varios días. "Cuando decide relajarse, ni el cuerpo ni la mente saben que tienen que hacerlo, es más, ven como una amenaza estar parado". Molinero pone de manifiesto que algunos de sus pacientes sufren este problema, llegando a tener una crisis de ansiedad cuando toca relajarse. 

Algunos tienen la creencia limitante de que exigiéndose muchísimo van a conseguir aquello por lo que los demás les van a validar 

En esa sentido, la coach detalla que el miedo, el perfeccionismo y la inseguridad son motivos de esa autoexigencia exacerbada. "Tienen la creencia limitante de que exigiéndose muchísimo van a conseguir aquello por lo que los demás les van a validar y esto es un error", sentencia y pone el foco en los llamados pensamientos intrusivos, como el "sentimiento de culpabilidad e incluso vergüenza por no estar haciendo nada a nivel profesional" durante las vacaciones. 

Además, Flores Pinel también hace hincapié en la hiperconexión en la que se vive en la actualidad. "Tenemos esas rutinas tan rígidas de mirar el correo, mirar el WhatsApp, y al final puede continuar en vacaciones. No hay que caer en esto". Algo que también aconseja Molinero. "Hay que hacer un uso mínimo de las pantallas. El teléfono controla nuestras vidas y todo esto tiene que quedar fuera en vacaciones, incluso para mirar cosas personales", dice. 

Debemos tener cuidado a la hora de usar términos como depresión vacacional. Hay que normalizar y naturalizar ciertas experiencias de malestar

Tanto Molinero como Flores Pinel apuntan a que la solución al síndrome de la hamaca y sus posibles consecuencias, como la ansiedad, comienza por realizar actividades, además de comer de manera saludable y no llevar una vida sedentaria. También buscar la espontaneidad en las actividades que se realicen y no poner el despertador. 

"No es depresión, es malestar"

Por su parte, Javier Prado Abril, presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica y psicólogo clínico adjunto en el Hospital Universitario Miguel Cervés de Zaragoza cree que, en el caso del síndrome de la hamaca, hay que saber diferenciar entre lo que es un problema de salud mental y lo que es malestar. "Debemos tener cuidado a la hora de usar términos como depresión vacacional. Hay que normalizar y naturalizar ciertas experiencias de malestar, contextualizarlas adecuadamente y no utilizar términos clínicos que corren el riesgo de psicopatologizar reacciones comunes y normales de la vida cotidiana", asevera. 

Prado Abril, como sus compañeras, reconoce que "normalmente las vacaciones tienen que ver con descansar, aunque también pueden tener una gran actividad, y hay un marcado contraste en lo que es la rutina laboral y lo que son las rutinas en las vacaciones, especialmente en verano. Entonces, hay un efecto de contraste que necesariamente influye". 

Debemos asumir y concienciarnos de que el trabajo quizá implica riesgos y establecer una decisión personal sobre qué relaciones queremos mantener con él

El psicólogo, además, pide reflexionar sobre "la relación que existe entre el trabajo y la salud en general (no solo la salud mental), en el sentido de que probablemente estamos en un momento en el que diferentes informes e indicadores hablan de una precarización progresiva del trabajo" en cuanto a la realización de horas extra, descuidar la vida personal en pro del trabajo y que el rendimiento económico sea menor...

"Existe un progresivo incremento del malestar con las circunstancias laborales en diferentes generaciones. Esto puede hacer, no solo que se viva con mayor inquietud el trabajo durante todo el año, sino que haya un repunte en el contacto con ese malestar a la vuelta de las vacaciones", comenta y deja clara una premisa: "Debemos asumir y concienciarnos de que el trabajo quizá implica riesgos y establecer una decisión personal sobre qué relaciones queremos mantener con él. No puede ser que el trabajo ocupe casi todo el espacio de nuestras vidas". Y remata: "Es desde las condiciones laborales donde hay que resolver los problemas emocionales o psicológicos que surjan relacionados con ellos".

Tema en exclusiva de 20minutos para Upday
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Miriam Cos
Redactora '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y Técnico Superior en Desarrollo de Aplicaciones Informáticas. He desarrollado mi vida laboral a caballo entre la última hora digital y el periodismo local para distintos medios de prensa escrita. Entré a formar parte de la mesa digital de 20 Minutos en junio de 2023, desde donde elaboro reportajes y artículos de actualidad. Me gusta escribir sobre temas humanos y sucesos.

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